Historia detrás de peludo

 

De la Costa a las Calles de San Salvador


Fotografías: Samy.

                                                               


Por: Gladys Urquia

Con tristeza, lágrimas y dolor Wilber Alexander Valencia de 59 años de edad a quien con cariño apodan Peludo, recuerda lo complicado que es a veces es el diario vivir y como los sueldos mínimos y difícil calidad de vida lo obligaron a mudarse desde la zona costera hasta la capital de San Salvador, específicamente San Jacinto, lugar donde encontró una oportunidad de empleo como motorista de buses de las rutas 22 y 48.

Valencia menciona etapas difíciles de su niñez como por ejemplo ser abandonado por su madre y quedar a cargo de su padre a quien unos vecinos le arrebataron la vida frente a  Wilber haciendo que quedara en la orfandad a temprana edad y a cargo de los mismos vecinos que le habían quitado la vida a su progenitor, otro de los motivos por los que se vio obligado a mudarse a la capital. 

A finales de 1997 peludo toma la decisión de salir de la Zona Costera ubicada en el departamento de La Paz, El Salvador hasta San Jacinto donde a la edad de 34 años conoció al amor de su vida a quien años después tuvo que dejar por diversas razones, entre ellas miedo a que ella se sumergiera en el vicio del alcohol y drogas como él lo venían haciendo.

Fue en su trabajo como motorista de la ruta 22 y 48 que peludo conoce y prueba las drogas y comienza a hundirse en el mundo de los vicios, razón por la  que pierde su trabajo, al amor de su vida y termina viviendo en las calles de San Salvador.

Actualmente el peludo trabaja como ayudante de los vendedores del mercado La Tiendona y es reconocido por hacer diversas actividades que ponen en riesgo su vida, como por ejemplo: subirse a los techos y cubrir los pasillos con plástico o tela para que los vendedores no se asoleen, limpiar las frutas y verduras que están en estado de descomposición para que no arruinen a las demás, cargar bultos y ayudar a las personas con sus compras (a pesar de tener una notoria hernia en su abdomen) barrer; limpiar y lavar algunos puestos, entre otras actividades.

El mundo necesita menos gente criticona, menos gente presumida, menos gente fanfarrona; el mundo necesita más gente que escuche y aprenda a conocer los motivos por los que las personas se comportan de la manera que lo hacen y las historias escondidas detrás de cada ser humano.

Uno de los mayores sueños de Wilber es conocer y reencontrarse con su madre de quien solo recuerda su nombre: Ana Esperanza Valencia.

Fotografías: Samy.





Comentarios

  1. En verdad, deberíamos ser mas empáticos, no dejarnos llevar por la apariencia de las personas, ver el interior, siempre llevan mucho sufrimiento y a veces no wceditan además de ayuda material, ser escuchados.

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  2. Muy buen artículo Gladys, excelente redacción, triste la historia de el peludo, gracias a Dios ha encontrado el aprecio y apoyo de gente buena como usted y su familia. Saludos Gladys.

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